De Espartales al futuro (pasando por Málaga)

19.5.19 , 0 Comments

¿Crisis? ¿Colapso climático? ¿Corrupción? ¿Paro y precariedad? ¿No estamos hartos de ver cómo los problemas siguen ahí mientras nos siguen contando lo mismo de siempre, intentando hacernos creer que ahora, esta vez sí, va a funcionar? ¿De verdad no hay ninguna idea nueva?

Pues sí que hay, es más, hay muchas ideas nuevas. Y este mes de abril se ha celebrado en Málaga un congreso donde se han juntado cientos de personas innovadoras de todo el mundo para poner en común todas esas ideas. Una representación de este humilde colectivo que os escribe ha estado allí, y aprovechamos para contarlo.



Un viaje en el tiempo

A los congregados en el NESI Forum 2019 se nos presentó un reto: imaginad que estamos en el año 2030 y celebramos que el mundo ha conseguido reaccionar y acabar con las amenazas que nos aterraban allá por el 2019, sólo once años antes. Se han cumplido los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

Hemos eliminado el hambre en el mundo, hemos detenido el cambio climático, todas las personas tienen un trabajo digno y equilibrado con el medio ambiente, ya no hay guerras…

Las preguntas eran ¿cómo es un mundo así? ¿cómo vivimos, cómo trabajamos, cómo nos alimentamos, nos relacionamos…? Y sobre todo, ¿cómo hemos conseguido llegar a este punto?

Durante varios días de intensos debates y dinámicas, cada una de las personas presentes aportó su visión y las soluciones que conocía, y entre todas fuimos, como en un puzzle, poniendo piezas para crear el mapa de un gran proyecto de futuro, cuyo resumen podéis consultar en la
 
Revista NESI 2019.

La nueva economía

Ecologistas, activistas del 15m y otros, feministas, economistas, sindicalistas, militantes en política, teóricos y académicos de muchas corrientes, estuvimos de acuerdo en un punto: el principal problema de hoy es que el mundo está gobernado por un sistema económico, ese que llaman capitalismo global, que pone en la cima de todo al dinero, al beneficio de las grandes empresas y bancos. Por encima incluso de las vidas humanas y el cuidado del planeta. No es que el dinero sea malo en sí, lo que está mal es convertir en un fin lo que debería ser un medio para conseguir la felicidad y el bienestar de las personas.

El comunismo y el socialismo intentaron afrontar ese problema, pero no han funcionado tampoco. ¿Qué nos queda, pues? ¿Alguien tiene una propuesta diferente?

De hecho, hay muchas. Existe la propuesta de la Economía del Bien Común, la de la Economía Circular, la Economía Social y otros nombres más llamativos como la Economía Azul, la Economía Donut, el Decrecimiento y Transición, el Ecofeminismo… Demasiados nombres, quizá. Sería bueno que, dado que comparten unos principios generales muy similares, unieran esfuerzos. Y esa era la misión del NESI: crear un relato común, juntando y dando fuerza a aquellos puntos de acuerdo, aunque manteniendo la diversidad de matices. A falta de buscar un nombre más imaginativo que “las nuevas economías”, el foro 2019 fue un gran punto de encuentro para algo que todavía tiene mucho recorrido, pero poco a poco intentaremos ir difundiendo al gran público para que todo el mundo lo conozca.


¿Y qué proponen, pues?

¿A qué se parece ese mundo fantástico del año 2030? Bueno, cambiar el mundo es muy complicado, y como comentábamos arriba el puzzle tiene muchas piezas. Comentamos aquí, como ejemplo, algunas de las ideas que se proponen para llegar a esa meta soñada:

Balance del Bien Común

Que las empresas, además del típico balance económico, tengan que medir tambíen su impacto en el medio ambiente y en las personas: si explotan o no a sus trabajadores o si manipulan a sus clientes o son honrados. Y que el resultado de estos otros balances sea público y fácil de visualizar.

Transición ecológica y social

Cargar fuertemente con impuestos a las empresas más contaminantes y explotadoras, y usar lo recaudado para apoyar a aquellas que quieran reconvertirse en empresas sostenibles y respetuosas de las personas. La reconversión crearía muchos puestos de trabajo y las ayudas harían que los productos ecológicos y sociales fueran más baratos.

Plataformas ciudadanas

Fomentar que las personas se agrupen en asociaciones vecinales, plataformas y mareas ciudadanas… Esta es una de las claves fundamentales del cambio. Hace que las personas se vuelvan conscientes de su propio poder, les permite vigilar a los representantes para exigir que cumplan sus compromisos, y exigir y reivindicar sus derechos. También, y no menos importante, aprender a trabajar en colaboración en vez de en competencia.

Empresas participativas y conscientes

Introducir la democracia en el mundo empresarial. Que los empleados estén organizados y participen cada vez más en la gestión de empresas cada vez más transparentes y menos verticales. Que los trabajadores tengan unas condiciones dignas y encuentren un trabajo en sintonía con sus metas vitales. Orientar los negocios más al éxito de las personas y menos al logro de beneficios.

Banca ética

Crear entidades financieras cuyo objetivo sea servir a la sociedad y no conseguir la máxima rentabilidad: gestionadas de forma pública o colectiva, que midan el impacto de sus inversiones (con el Balance del Bien Común comentado arriba) y que no inviertan en negocios sucios y destructivos. Eliminar los paraísos fiscales y las entidades demasiado grandes.

Agrupaciones de consumidores

Fomentar la creación de grupos donde la gente se organize para comprar conjuntamente determinados artículos. Con esto se consigue no sólo conseguir mejores precios al comprar al por mayor, sino también presionar a los productores para que hagan productos más acordes con las necesidades reales de las personas, luchando contra el consumismo, la obsolescencia programada y la contaminación.

Repensar la educación 

Es evidente que el despertar no es sólo adulto y, es más, diríase que han sido los jóvenes los responsables de ponernos en alerta máxima (Léase Greta Thumberg). Y este es un capítulo que no podemos obviar, nosotros debemos y tenemos que ocuparnos de que nuestros errores no se repitan en nuestros hijos. Y la única forma de hacerlo, es despertarlos de una forma sutil y pronta a la realidad que nos acecha. Hacerles entender que los necesitamos como testigos, conscientes y correctores. Inculcar en ellos una nueva realidad es responsabilidad nuestra. No es de el partido de turno o de la administración reinante Y sólo si estamos seguros que involucramos al futuro en nuestro presente, podremos contar con "un algo" de esperanza.

Suena bien, ¿por dónde se empieza?

Son muchas ideas, y muy poderosas. Pero no son fáciles de conseguir, porque se enfrentan a la inercia del sistema establecido. Lo primero es difundirlas para que mucha gente las conozca. Esto es todo un proyecto complicado en sí, pero ya hay un montón de gente trabajando en ello.


Y lo demás, depende de todos y cada uno de nosotros. Este cambio no nos va a venir desde arriba, los políticos están demasiado vinculados a la estructura económica existente como para liderar un cambio profundo. Es imprescindible que haya mucha gente movilizandose y pidiendo el cambio. Como cuando salimos a la calle en el 15M, o recientemente en las manifestaciones feministas, la huelga climática o la marea de los pensionistas.

Y mientras, actuar cada cual en su rincón local. Que cada persona, colectivo, barrio o pueblo coja una de las piezas del puzzle y se ponga con ella. Aquí tenemos dos guías elaboradas por NESI para ir creando el cambio en cada pueblo y ciudad:


 
Entre todas, paso a paso, se consigue mucho.



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